Muchas, muchísimas veces el deporte me ha enseñado valores, que en otras facetas de la vida me resulta más difícil encontrar. Como siempre hay una excepción, mi hermano Carlos, me contó esta historia, que confirma la regla.
“La otra tarde, la bici me dio una lección, mejor dicho, gracias a la bici conocí al campeón de África en esto de las dos ruedas.
Miércoles tarde, agosto en la vega frutera de La Almunia, 39º a las 8,45h de la tarde, salgo a rodar por los llanos para intentar ponerme un poco en forma. Se trata de probar sensaciones después de unos días en el dique seco, sequísimo más bien, el aire te entra en los pulmones como si estuviera lleno del humo de un habano, ¡joder que calor! Huy! perdón, he nombrado el tabaco, si alguien le molesta que no siga leyendo!
Iba yo “completito”, es decir aplacando mi ego y la crisis de los cuarenta………..; bicicleta de importación Canondale, ruedas Mavic , cubiertas tubeless, grupo de transmisión xt, amortiguador fox, horquilla Rock Shock, mochila de hidratación Camel, guantes Spiuk, casco con ajuste regulable y ventilación hiperguay, pedales shimano con calas automáticas, maillot transpirable y pantaloneta endurera, que mola más, y asi un largo etcétera de abalorios y complementos, que no he calculado lo que han costado en total, pero os aseguro que una cantidad ciertamente indecente de euros. No voy a poner fotos, que las hay muy buenas en este blog y no quisiera yo desmerecer con semejante retrato; en fin, creo que a muchos os suena la imagen, eehhh!
Cojo el camino de la Virgen, paso el puente de la Variante y tiro por el Camino del Medio, engrano todo el desarrollo al enfilar la recta y cojo mi postura mas contrarrelojista, (¡que guapo soy que tipo tengo! ronroneaba mi subconsciente), no me fijo bien, pero creo adelantar a un temporero en bici al que no presto demasiada atención. Voy rodando sin forzar, con mis pensamientos ahogados por el calor y mi cuerpo sudando a destajo nada mas empezar.
Al mas puro estilo del grupo cómico “Tricicle” veo como por mi izquierda me adelanta cual poseso circense “el moreno” al que antes rebase yo. Sobre un hierro por bicicleta con ruedas descentradas sprinta en chancletas un negro de sonrisa inmaculada; portea a la vez asido al manillar una garrafa de agua en un lado y una bolsa de fruta al otro. Al principio a tenor de su esfuerzo pienso que tiene prisa, pero luego me doy cuenta que su único afán era adelantarme. Atónito me quedo cuando al conseguir su objetivo, deja caer su bici en la entrada de una parcela y tendido sobre la hierba seca grita con júbilo como si hubiese ganado una etapa del Tour:
Levantando los brazos, sonreía lleno de felicidad a pleno pulmón, sonreía y me hizo sonreír, ¡que bueno!, desde luego era todo un campeón, un “Campeón Africano”. Me hizo sonreír, si, y sobre todo pensar mientras seguí pedaleando.
El tipo habría estado todo el día cogiendo fruta a más de 45º al sol, después se habría metido de postre sus 6 u 8 kilómetros para ir a por agua potable sobre una bici desvencijada, sin pedales, solo le quedaban los ejes donde “clavar” sus livianas chancletas, cargar de vuelta con una garrafa de 5 litros sobre una mano mientras con la otra sujeta el manillar, llevando en equilibrio de “trial” otra bolsa, para ir después a dormir en alguna maltrecha cabaña de campo, por su puesto sin luz, hacinado con otra media docena de compañeros guineanos, para a la mañana siguiente ver la manera de ganarle la partida a la vida.
Desde luego pensé, él si es un campeón, pero sobre todo por su sonrisa, sin orgullo ni rabia, limpia, serena, sincera, feliz.
Luego pensé que haría yo en una situación así, como la de el ciclista inmigrante, con toda seguridad caer en una depresión y atiborrarme a pastillas para intentar superarlo, o se me caería el pelo, o que se yo, probablemente no duraría ni dos días. Seguro que al ver un afortunado europeo como me adelanta en su bici masmolona-pija, yo no tendría humor para hacer un simpático sprint y maldeciría mi mala suerte. Así que volví a sonreír, mejor aún solté con ganas una buena carcajada:
-joder! y yo con estas pintas megasuperchachipiruli, que ridículo!!
Sentí un pinchazo en mi rodilla, y otro más agudo en mi moral. En el siguiente cruce me di la vuelta, tenia bastante bici por hoy.
Después al entrar en casa, mi hija Leyre me pregunta:
-¿Qué tal la bici, te duele la espalda, has salido con alguien?
- Si, hoy he conocido al campeón de África.
-¿y quién es? Amigo del tío Manolo, seguro.
-no hija, es un morenito.
En esto que viene Teresa su prima de cuatro años y con su encanto particular le dice:
- Leyre, los morenitos hablan catalán!!!!!!.”
Las cosas no son como las vemos sino como las miramos, mi hermano es un tipo con buena vista, espero que siempre este cerca para echarme un ojo.
Nos vemos por el monte
Manolo Rijola
“La otra tarde, la bici me dio una lección, mejor dicho, gracias a la bici conocí al campeón de África en esto de las dos ruedas.
Miércoles tarde, agosto en la vega frutera de La Almunia, 39º a las 8,45h de la tarde, salgo a rodar por los llanos para intentar ponerme un poco en forma. Se trata de probar sensaciones después de unos días en el dique seco, sequísimo más bien, el aire te entra en los pulmones como si estuviera lleno del humo de un habano, ¡joder que calor! Huy! perdón, he nombrado el tabaco, si alguien le molesta que no siga leyendo!
Iba yo “completito”, es decir aplacando mi ego y la crisis de los cuarenta………..; bicicleta de importación Canondale, ruedas Mavic , cubiertas tubeless, grupo de transmisión xt, amortiguador fox, horquilla Rock Shock, mochila de hidratación Camel, guantes Spiuk, casco con ajuste regulable y ventilación hiperguay, pedales shimano con calas automáticas, maillot transpirable y pantaloneta endurera, que mola más, y asi un largo etcétera de abalorios y complementos, que no he calculado lo que han costado en total, pero os aseguro que una cantidad ciertamente indecente de euros. No voy a poner fotos, que las hay muy buenas en este blog y no quisiera yo desmerecer con semejante retrato; en fin, creo que a muchos os suena la imagen, eehhh!
Cojo el camino de la Virgen, paso el puente de la Variante y tiro por el Camino del Medio, engrano todo el desarrollo al enfilar la recta y cojo mi postura mas contrarrelojista, (¡que guapo soy que tipo tengo! ronroneaba mi subconsciente), no me fijo bien, pero creo adelantar a un temporero en bici al que no presto demasiada atención. Voy rodando sin forzar, con mis pensamientos ahogados por el calor y mi cuerpo sudando a destajo nada mas empezar.
Al mas puro estilo del grupo cómico “Tricicle” veo como por mi izquierda me adelanta cual poseso circense “el moreno” al que antes rebase yo. Sobre un hierro por bicicleta con ruedas descentradas sprinta en chancletas un negro de sonrisa inmaculada; portea a la vez asido al manillar una garrafa de agua en un lado y una bolsa de fruta al otro. Al principio a tenor de su esfuerzo pienso que tiene prisa, pero luego me doy cuenta que su único afán era adelantarme. Atónito me quedo cuando al conseguir su objetivo, deja caer su bici en la entrada de una parcela y tendido sobre la hierba seca grita con júbilo como si hubiese ganado una etapa del Tour:
“CAMPEON DE AFRICAAAAAAA”
Levantando los brazos, sonreía lleno de felicidad a pleno pulmón, sonreía y me hizo sonreír, ¡que bueno!, desde luego era todo un campeón, un “Campeón Africano”. Me hizo sonreír, si, y sobre todo pensar mientras seguí pedaleando.
El tipo habría estado todo el día cogiendo fruta a más de 45º al sol, después se habría metido de postre sus 6 u 8 kilómetros para ir a por agua potable sobre una bici desvencijada, sin pedales, solo le quedaban los ejes donde “clavar” sus livianas chancletas, cargar de vuelta con una garrafa de 5 litros sobre una mano mientras con la otra sujeta el manillar, llevando en equilibrio de “trial” otra bolsa, para ir después a dormir en alguna maltrecha cabaña de campo, por su puesto sin luz, hacinado con otra media docena de compañeros guineanos, para a la mañana siguiente ver la manera de ganarle la partida a la vida.
Desde luego pensé, él si es un campeón, pero sobre todo por su sonrisa, sin orgullo ni rabia, limpia, serena, sincera, feliz.
Luego pensé que haría yo en una situación así, como la de el ciclista inmigrante, con toda seguridad caer en una depresión y atiborrarme a pastillas para intentar superarlo, o se me caería el pelo, o que se yo, probablemente no duraría ni dos días. Seguro que al ver un afortunado europeo como me adelanta en su bici masmolona-pija, yo no tendría humor para hacer un simpático sprint y maldeciría mi mala suerte. Así que volví a sonreír, mejor aún solté con ganas una buena carcajada:
-joder! y yo con estas pintas megasuperchachipiruli, que ridículo!!
Sentí un pinchazo en mi rodilla, y otro más agudo en mi moral. En el siguiente cruce me di la vuelta, tenia bastante bici por hoy.
Después al entrar en casa, mi hija Leyre me pregunta:
-¿Qué tal la bici, te duele la espalda, has salido con alguien?
- Si, hoy he conocido al campeón de África.
-¿y quién es? Amigo del tío Manolo, seguro.
-no hija, es un morenito.
En esto que viene Teresa su prima de cuatro años y con su encanto particular le dice:
- Leyre, los morenitos hablan catalán!!!!!!.”
Las cosas no son como las vemos sino como las miramos, mi hermano es un tipo con buena vista, espero que siempre este cerca para echarme un ojo.
Nos vemos por el monte
Manolo Rijola
EL CAMPEÓN AFRICANO